Entrevista a Martín Butera: “Soy un gordito careta.”

Texto extraído del material en crudo para el documental “Martín Butera, crónica de un outsider del conurbano a metros de la General Paz.”

Por B12 para la web de Radio Atómika.

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Para dimensionar a uno de los fundadores de Radio Atómika hay que comenzar por la siguiente imagen: Un jóven hablando al micrófono mientras Martín Butera se chetea los equipos de una emisora que pasó al olvido allá por los años dos mil.

La secuencia pudo ser la siguiente: «Vos hablá alguna gilada y yo me descarto estos equipitos y armamos la nuestra en otro lado. ¿Dale? Después comemos unos sánguches».

Así comienza esta historia que 13 años más acá lo lleva por el camino de producir la Radio desde otra óptica; la de mirar desde afuera lo que sucede, dejando a nuevas generaciones de radialistas la posta de Radio Atómika. Pero si usted piensa que Butera está afuera -si bien se autodenomina un outsider- ni el tiro del final le va a salir. Vió cuando Optimus Prime desaparece veinte minutos de la película, bueno, algo así; sólo falta que regrese para garchárselos a todos de dorapa y al trote. Porque eso también es Martín Butera, un tipo que a fuerza de resistir se convirtió al imaginario del colectivo atómiko: «Che, Butera… ¿Qué onda?», «¿Vos decís que Butera vuelve y la pudre toda?». Pánico escénico de querubines radiales.

El propio Martín lo dice así: «construímos con amor y también muchas veces destruímos con el mismo corazón».

Fundamental comprender ésta frase si usted no quiere ser eyectado hacia otros rumbos radiales, donde será un incipiente empleado púbico del municipio sonoro y recordará con nostalgia lo que no pudo lograr en Radio Atómika mientras lleva a lavar el autito un domingo por la matina.

 

Concretar una cita con Martín puede ser toda una sorpresa. Aquí las opciones: el Bingo de San Martín, una parrilla al paso en la estación de trenes de la misma localidad, y/o en la plaza mientras hace sus caminatas diarias. Bueno, en una de esas locaciones transcurrió el encuentro, usted seleccione y arme su historia como le plazca.

 

B12: ¿Tirame una definición de vos mismo?

 

MB: No soy un gordito piola, soy un gordito careta.

 

Listo, sale título.

 

B12: ¿A cuánto venis produciendo?

 

MB:Hace tiempo que no me desespero, ya tengo encima 13 años de fracaso con radio Atómika, pero con ganas jaaaaa. (Risas)

 

Todo esto lo dice enfundado en su clásico buzo gris con capucha, que tiene más batallas que el calzoncillo de Rocco Siffredi.

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B12: ¿Cómo lo ves hoy a Pergolini teniendo en cuenta que la Rock&Pop ha muerto y que Bósterix es una oficina de empleados públicos?

 

 

MB:También a veces es mejor estar callado, cada uno resiste a su tiempo, se puede ser combativo desde el arte radial, no siempre desde un discurso verbal.

 

Martín se cruza para comprar unas medialunas: «Aguantame un toque que la rubia de la panadería está buenísima». Observo el plano secuencia, en ningún momento lo ví meter la mano en el bolsillo. El tipo regresa con una bolsa de papel madera hasta arriba de facturas. Si la radio tiene magia, ésto lo tiene de oficio.

 

B12: Van 13 años de Radio Atómika. ¿Cómo la vez perfilada hacia adelante?

 

Estoy de acuerdo que sólo permanecer no sea resistir, pero ya lo decía Mao Tse Tung: «Luchar, fracasar, volver a luchar, fracasar de nuevo, volver otra vez a luchar, y así hasta la victoria.»

Asi que algo bueno debe venir.

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B12: Hace dos años que estás medio descartado de Atómika. ¿Por qué?

 

MB: Nunca importaron reales motivos, me cansa el chamuyo social, esa mística que se le quiere incorporar  de darle un marco demasiado grande, comunitaria y bla bla. Estamos en San Martín, a 5 minutos de Capital, fuimos pibes inquietos con ganas de hacer la muestra, poner nuestra música al aire, hablar de lo que nos pasaba y siempre sin copiar, o tener demasiados referentes, de esa manera se fue formando la trama de lo que es hoy Radio Atómika.

Para nosotros siempre fue lo vivido lo aprendido, la práctica sobre lo teórico.

 

Hay otro escenario que usted debe contemplar: en Radio Atómika hay traidores. Sí, es una emisora que tiene sus refugiados. Que después de reclamar «¿Qué hacen con mi plata?» se van a garpar el doble a una radio que tiene que dejar de transmitir a la noche porque no puden sostener una boleta de luz. Pero de puro giles nomás. Como se dice por ahí: «Y bueno, no la vieron.» Las puertas de Atómika no se le cierran a nadie, se comenta, pero tendrán que regresar con pitucones (parches) en las rodillas.

 

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B12: ¿Qué opinión te merece esa gente que viene a la radio y se va de boca con cuestiones que después no llegan a realizar?

 

MB:Ya me los morfé a todos con dos panes y chimichurri. Pero bueno, si regresan…donde está la plata, está el amor.

 

Ya pasamos por la parrilla de la estación de trenes, transitamos la peatonal de punta a punta y llegó el momento donde Martín Butera se mete en el Bingo a jugar unos fichines, y tira la última frase.

 

MB:Eduardo Galeano también escribió : “Nosotros tenemos la alegría de nuestras alegrías. Y también tenemos la alegría de nuestros dolores.”

 

B12: Viste que ahora está éste concepto de «cada uno es un medio de comunicación». ¿Cómo la ves?

 

MB: La Radio es una Coca-Cola.

 

No piense en ningún momento que su materia gris le dará para sacar conclusión alguna de un encuentro con Martín. Porque puede terminar limpiándole la casa. Lo positivo del caso es que está ahí. Se lo puede encontrar camuflado entre los transeuntes de la República Separatista de San Martín. Como en esas películas donde hay alguien parado en el medio y el entorno gira en cámara rápida. Martín Butera tiene el ritmo de 13 años de autogestión. Y como dijo él mismo: “Ya me los morfé a todos con dos panes y chimichurri.” Que pase el siguiente chorizo.

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