Debut en #CONfusiónAtomika «Desde el Punto del Penal» con Juan I. Provéndola

Una sección de fobal y deportes en la Atomika suena diferente. Juan Ignacio Provéndola, periodista de raza, miércoles a miércoles nos cuenta sobre la pelota en #CONfusiónAtomika.

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Escuchá, leelo!

Recordaremos al 2016 como el año en el que el fútbol argentino explotó entero. Uno a uno fueron cayendo todos los diques de contención. La dirigencia, la selección, sus entrenadores, sus jugadores. Todos se fueron, todos perdieron, todos se dieron la cara contra el piso.

El papelón de las elecciones fallidas de la AFA en diciembre pasado fueron el anticipo de este 2016 desolador que llegó a su clímax de sopor con aquella Copa América de cartón que parecía inventada para que Argentina finalmente la ganara de una buena vez.

Dos esos hechos resonantes pero de ningún modo aislados, sino ubicados en una sucesión de episodios sostenidos en el tiempo. Un amplio abanico que va desde la parte económica, con la desesperada renegociación del contrato de FPT, a la estrictamente futbolística, con una serie de bochornos de bochornos deportivos que bien pueden sintetizarse tan sólo en el frustrado proyecto olímpico.

El proyecto olímpico empezó con un insólito objetivo inicial, que consistió en armar una selección sub23 de la B Metropolitana. La llevaron a competir a un torneo en la India donde salió última, perdiendo todos los partidos sin marcar un solo gol y retirándose acusada por un rival de haberlos escupido. Unos escoceses.

Una selección que ayudó a recaudar (a la AFA le pagaban por mandar un equipo a ese torneo de la India). Pero que ni siquiera sirvió para echar mano cuando la AFA, en plena crisis por la pérdida de la Copa América y las renuncias de Messi y Martino, empezó prácticamente a rifar las convocatorias para ir a los Juegos Olímpicos.

Lo que sucedió en los Juegos Olímpicos ya lo conocemos. La catarata de renuncias encontró a Julio Olarticoechea fichando en un rincón y le calzaron la pilcha de entrenador. Convocó jugadores de apuro y llegó a completar la lista con lo justo. Así se preparó Argentina para defender las medallas de Oro que venía ganando en los últimos dos Juegos.

El fracaso no impactó tanto porque por un lado no se tenía muchas expectativas en ese equipo. Y por el otro, aparecieron una tras otra una infrecuente serie de medallas en Judo, Tenis, Vela, Hockey…

Pero los problemas se desataron inmediatamente después. Los Juegos Olímpicos terminaron un domingo y ya el lunes se divulgó la posibilidad de que el fútbol profesional entero se proclamase en huelga.

El reclamo surgió de las categorías del ascenso, quienes exigen mayor reparto de la torta fuerte: la que entra por los derechos de imagen que cada club le cede a la AFA para que esta la comercialice en nombre de todos. Y también para que la distribuya. Entre esos derechos de imagen está el más importante: el que permite ser televisado. Como bien, los de transmisión en vivo de los partidos los tiene el Estado Nacional a través de Fútbol Para Todos.

Todo comenzó cuando las categorías de ascenso (B Nacional, B Metropolitana, C y D) se alinearon entre sí detrás de la figura del Chiqui Tapia, presidente de Barracas Central y yerno de Moyano. Ante el ignorado reclamo por mejor reparto de dividendos, amenazaron con declararse en huelga. Una medida que, en solidaridad, los jugadores de la A meditaron replicar.

Finalmente, entre semana las partes parecieron llegar a un acuerdo y decidieron no suspender el reinicio del fútbol profesional después del cadalso de la Copa América y los Juegos Olímpicos. Las fuentes más cercanas a esas tensas negociaciones coinciden en que fue importante la presión que, en conjunto, hicieron operadores del Gobierno Nacional y de la Conmebol, el organismo que rige al fútbol sudamericano y que se encuentra en un proceso de crisis y recambio similar al de la FIFA

Este episodio es un síntoma del fútbol actual. La AFA está intervenida por impulso de la FIFA, del Poder Judicial y del Gobierno Nacional. Sin embargo, distintas facciones confrontan en la búsqueda por acumular poder para cuando haya un nuevo llamado a elecciones. Algo que, por lo pronto, parece lejano. El conflicto institucional es tan bochornoso que hasta a muchos hace extrañar la figura adoctrinadora de Julio Grondona.

El fútbol se convirtió en un botín de especuladores. A la crisis dirigencial se le suma un desolador panorama futbolístico. El torneo de 30 equipos lo único que logró fueron más partidos imposibles de ver enteros. Planteles fugaces, vínculos promiscuos, tribunas semivacías… ocupadas por la rapiña de representantes a los que no les interesa armar carreras, sino books. Para vender rápidamente a representado a un equipo de Ecuador. O de la Liga de Chipre.

Aquel episodio del gas pimienta entre Boca y River fue otra cara de este problema complejo. El nudo de varios hilos que convergen entre sí para que nadie pueda desatarse del bollo. Quien esto escribe, había creído ilusamente que aquel hecho podía provocar cierta ruptura, cierto cambio de usos y hábitos perjudiciales que eran puestos en inédita evidencia.

Pero no. Un año después, el fútbol sigue demostrando que puede reventarse aún un poco más. Y también desnudarse. Porque todos los actores quedan en evidencia: los del rubro futbolístico, los del empresario, los del político. Pero es un desnudo que no llega a avergonzarlos. Apenas los empuja a correr en bolas hacia la guarida más cercana, sólo para esconderse un rato y reaparecer cuando no los estén mirando | @juaniprovendola


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